No es bueno que el hombre esté solo. Génesis 2:18.

El ser humano fue hecho para vivir en relación con otros; especialmente, hemos sido hechos para vivir en familia. Es cierto que, por diversas circunstancias, a algunos les toca vivir solos, sin ninguna compañía humana, y no por eso dejan de ser seres humanos, y pueden llevar una vida relativamente feliz, digna y plena. Sin embargo, es innegable que la mejor situación para nosotros, los hombres, es vivir y convivir con alguien que nos ame, y a quien podamos brindar nuestro afecto y nuestro cuidado.

Dios, nuestro Creador, que nos formó a su imagen y semejanza, y nos diseñó de acuerdo con un plan psíquico y moral que tiene como base esa semejanza moral y espiritual con él, sabía muy bien esto, cuando en el Edén, luego de crear al primer hombre, declaró lo que dice nuestro texto de reflexión para hoy: “No es bueno que el hombre esté solo”.

Y, personalmente, creo que esta soledad de la que habla el texto no se refiere exclusivamente al hecho o no de tener una pareja romántica (léase, noviazgo, matrimonio). Creo que incluye el hecho de tener una red de relaciones significativas, con quienes compartir la vida, los sentimientos, las ideas, los proyectos; a quienes apoyar en las luchas de la vida y, a su vez, de quienes recibir su afecto, su riqueza y su apoyo.

Sin embargo, es indudable que el texto bíblico para hoy tiene que ver, en su sentido inmediato, con la creación de Eva, la compañera romántica que Dios estaba preparando para Adán. Es cierto que muchas personas, por razón de ideología religiosa o por elección personal basada en otras consideraciones, o por razones quizá de fuerza mayor, han elegido vivir solteras o parecen destinadas a ello. Y eso no las convierte en seres humanos de segunda categoría, ni mutilados emocionales ni mucho menos. Pero, es indudable que el plan ideal de Dios es que hombres y mujeres formen parejas. El ser humano tiene necesidades de índole romántica, afectiva, de compañerismo, de compartir sueños y un proyecto de vida, y de índole sexual, que solo pueden ser satisfechas cuando dos personas unen sus vidas en forma íntegra (espíritu, mente y cuerpo) en un vínculo de convivencia y compromiso mutuo de amor y fidelidad.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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